María Patricia Bruzzone Bentancor
Estudiante magisterial. IFD Mercedes. Soriano
Tanto la práctica docente como las experiencias vividas en la escuela durante la infancia marcan, sin lugar a dudas, el trabajo diario de quienes ejercen la profesión docente en las instituciones educativas. Por este motivo, y con el propósito de promover la reflexión y el autoconocimiento a partir de narrativas de otros colegas, compartimos esta que nos hizo llegar una estudiante que actualmente cursa cuarto año en el IFD de Mercedes, departamento de Soriano. La relatoría fue escrita en 2021, al finalizar su primer año de práctica docente.
Formularnos algunas preguntas a partir de la lectura de estas narrativas podría ser útil a la hora de repensar nuestras prácticas. Avanzar en la comprensión de qué hacemos, por qué y para qué lo hacemos es un buen comienzo para identificar el sentido de nuestras prácticas, mirarlas con espíritu crítico, y reafirmarlas o reformularlas.
¿Qué me llevó a formarme como docente? ¿Cuáles son las experiencias que más me marcaron durante mi trayectoria? ¿Cuáles me ayudaron a avanzar y cuáles representan, aún hoy, un obstáculo para mi labor diaria? ¿Cómo se relacionan esas experiencias con mi ser docente actual?
Ser consciente de las prácticas que implementamos y analizarlas a la luz de recuerdos y experiencias anteriores es un recorrido interesante y una valiosa forma de avanzar en el desarrollo profesional docente.
Comienzo contando en forma breve cómo fue mi paso por la escuela. Asistía a una escuela que, si bien no era rural ni tenía horario completo, en la medida en que la zona en la que yo vivía era una zona rural me implicaba caminar algunos kilómetros desde casa hasta la escuela. No obstante concurría a clases y tenía muy buenas notas, no me gustaba ir a la escuela. De esa etapa guardo solo algunos recuerdos puntuales, pero sí tengo muy presente a quien fuera mi maestra de quinto y sexto año, conservo los carnés donde ella me escribió algunas palabras muy lindas y sigo en contacto con ella hasta el día de hoy.
Una maestra que todos los niños deberían tener y, como ella lo hizo conmigo, a mí también me gustaría poder dejar esas huellas en los alumnos.
La vida ahora me dio la oportunidad de comenzar esta carrera que más que nada por motivos laborales –dados los horarios de magisterio– era inaccesible.
Anhelaba poder hacer realidad este sueño y, como nunca es tarde, aquí estoy.
La escuela en la que realicé mi primera práctica fue hermosa en todo sentido y aunque en un principio se planteó la posibilidad de tener que cambiar a otra escuela, finalmente pude permanecer en ella.
Me recibió un espacio amplio, muy disfrutable, y un equipo de trabajo completo, organizado, de personas con una calidad humana muy grande, que me acompañaron en ese segundo año que no ha sido fácil, que ha tenido muchos desafíos, y aún quedan muchos por delante.
Paralelamente no puedo dejar de mencionar el comprometido grupo de compañeros que, sumado al escenario anterior, hizo que todo fuera más fácil.
En cuanto a la primera pasantía o práctica que realicé durante ese año, en principio debo decir que fue un comienzo con muchas incertidumbres sobre todo por el contexto de la pandemia. Si bien en cuanto a las clases ya lo habíamos transitado desde el año anterior, hacer la práctica de modo virtual implicaba no poder contar con la experiencia de estar de modo presencial en la clase con los niños y con la maestra adscriptora. Por suerte fue durante un período breve y luego se pudo comenzar de forma regular.
En un principio, cuando supe que la práctica era en sexto grado y yo tenía una preferencia por grados más chicos, pensé que tal vez no era lo que yo hubiera elegido. Pero la experiencia fue realmente excelente, el grupo hermoso, se trabajaba totalmente a gusto, los niños respondieron de muy buena manera y la maestra Patricia fue, sin duda, una referente, me guió y acompañó en ese primer tramo que fue fundamental. Si bien aún queda mucho por aprender y transitar, creo que la primera experiencia nos deja una huella, una marca... es algo que no olvidaré.
Fue una suerte y un placer trabajar con ella en todo sentido, una muy buena compañera, comprensiva, cuidadosa, respetuosa, responsable, un amor de persona y una excelente maestra, aspectos que se podían apreciar con solo entrar a su clase.
No me olvido tampoco de Gisela, mi compañera de dupla, con quien también trabajamos muy a gusto y respetando cada una el proceso de la otra, acompañando y dando el espacio que cada una necesitaba, siempre desde el compañerismo, recibiendo y brindando apoyo.
Con muchos nervios, pero siempre con muchas ganas y poniendo lo mejor de mí, los días pasaron volando y se generó un cariño especial con los niños. Cuando llegó el momento de irse no se pudieron evitar algunas lágrimas, pero sin duda fue sumamente importante quedarse con todo el cariño de ellos, de la maestra y sobre todo con la gratificante experiencia de trabajo en ese primer semestre, con esa primera experiencia en la práctica magisterial.
La segunda pasantía, en parte por mi elección, la hice en nivel cuatro años, con los más pequeños de la escuela. Mi sueño de maestra siempre apuntó a los más chiquitos y, si bien esta fue una experiencia más difícil de lo que había imaginado y hubo altibajos, sin duda fue muy enriquecedora, aprendí mucho, logré trabajar muy bien con los niños. Compartir con ellos esta segunda pasantía fue un gran desafío que me llenó el corazón, ya que es muy diferente al trabajo con niños más grandes. No hay nada que se parezca a recibir de los más pequeños sus palabras tan dulces, ellos son espontáneos y sinceros, están dispuestos a demostrar cariño y a aprender a través del juego. Esto hace que no solo debamos esforzarnos mucho más y pensar la mejor forma de llegar con recursos que no queden solo en juegos, sino promover que los niños aprendan a través de los mismos. Debemos respetar sus tiempos, acompañar sus procesos, escucharlos y desempeñar el rol docente desde otra perspectiva.
La maestra Verónica es excelente, tiene una gran vocación y sabe llegar a los pequeños de forma clara y amorosa. Siempre apoyó y acompañó mi proceso en ese grupo, con las palabras justas, con mucha preocupación por cada situación y me aportó su orientación más que necesaria, lo que me permitió avanzar en el trabajo con los pequeños y aprender mucho en este camino.
Por encima de lo antes mencionado debo destacar la labor que usted, Martha1 , realizó durante este año, aprendí tanto y, sin duda, me quedo con que este es apenas el comienzo y cuánto me queda por aprender. Usted siempre fue una guía, muy cercana, muy humana, muy comprensiva, muy coherente, haciendo frente a cada situación de la mejor forma, aún en los momentos que por diferentes motivos no fueran los mejores. Siempre me hizo ver y sentir que se debe escuchar al otro, apoyarlo desde lo que uno pueda y eso no tiene precio, ya que en esta profesión nunca debe faltar la empatía, ponerse en el lugar del otro, todos los niños lo necesitan, y tanto yo como mis compañeros no debemos olvidarlo.
Como lo pude percibir este año en forma directa, la profesión de maestro implica que es en la práctica cuando se aprecia cuánto conocimiento se debe tener a la hora de pararse frente a una clase, de llevar un contenido e intentar que los niños adquieran y construyan su propio conocimiento, de posicionarse en el paradigma constructivista, de dar herramientas para que los niños sean críticos, reflexivos, de no quedarse en esos conceptos teóricos, sino ponerlos realmente en práctica. Y esto nos lo enseño usted, desde su rol que cumplió sin duda, que me hizo reflexionar, cuestionar muchas cosas, pensar, estudiar, trabajar, esforzarme, y puedo afirmar que realmente fue un año lleno de satisfacciones.
Fue un año de gran crecimiento a nivel personal en el que aprendí mucho, que me demuestra que no me equivoqué al elegir esta carrera, que me dio grandes emociones, grandes desafíos. Recién comienza, queda mucho camino por andar, y en esta profesión seguimos aprendiendo cada día.
El papel docente es clave en el proceso de escolarización de los niños. Debemos conocer la realidad de los alumnos, de la institución, es evidente que no solo se crea la relación alumnomaestro, se interactúa con los padres, con las autoridades, con el entorno, para ello es fundamental contar con herramientas metodológicas que ayuden en los procesos de enseñanza y de aprendizaje adecuados a las necesidades y realidades de los niños.
Aprendí mucho este año, no me queda duda de que por más que se piense y se trabaje, siempre se puede mejorar, que es una carrera muy noble, que lo más valioso es lo que recibimos de los niños. Algo que me quedó muy grabado es que usted siempre dijo, y realmente sabe que es así: “no poner techo a los niños”, no subestimar sus conocimientos, sus capacidades, siempre buscar generar el conflicto cognitivo, y un sinfín de cosas más que siempre intentaré poner en práctica.
Finalmente quiero agradecer de corazón su compañía, su cariño, su apoyo, su comprensión, su dedicación, en este camino que apenas comienza, no la olvidaré.