Elbia Pereira
Maestra
Durante los primeros días de setiembre se realizaron las elecciones en FUM-TEP. Nuevamente ejercimos nuestro derecho a voto en forma democrática, y una vez más tenemos la oportunidad de representar a miles de compañeras y compañeros. Nos encontramos ante un nuevo período de desafíos que estamos dispuestos a afrontar, poniendo lo mejor de nosotros en ese quehacer cotidiano que implica representar y defender los derechos adquiridos, e ir por más.
Estamos viviendo tiempos muy complejos para la humanidad en los cuales nos vamos adaptando a los distintos escenarios que se nos presentan, el calentamiento global con sus consecuencias en los distintos territorios, las guerras que se desatan en varios puntos del planeta con ataques que destruyen todo lo que encuentran a su paso llevándose la vida de muchos inocentes, miles y miles de personas que intentan huir diariamente de sus países de origen para buscar un futuro mejor arriesgando sus propias vidas.
Vivimos tiempos en los cuales la individualidad y la inmediatez se han puesto de moda, y muchas veces la dinámica de nuestras vidas nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos. Hoy, a cincuenta años del golpe de Estado que ocurrió en nuestro país, debemos valorar y defender nuestra democracia. Y defenderla implica hacernos un tiempo para participar en nuestro sindicato, para hablar e intercambiar con el otro, para llegar a acuerdos que nos enriquezcan, y sobre todo para elegir el camino de la unidad que nos fortalece y tiene un infinito potencial transformador.
No existe democracia sin educación, y sin educación es más difícil tener democracia. Su vínculo es indiscutible y por ello, los discursos liberales apuntan a mercantilizar la educación, privatizándola, tornándola inaccesible para las grandes mayorías; impidiendo hacer de la educación el pilar para la emancipación y una construcción verdaderamente democrática. La democracia está profundamente relacionada con el colectivo, con “todos”.
No hay dudas de que para lograr una educación democrática al servicio de todas y todos, y por un mundo en el que valga la pena vivir, se requiere el fortalecimiento de nuestros sindicatos porque la democracia es un sistema político que se basa en la participación ciudadana, la igualdad de derechos y la toma de decisiones colectivas.
El movimiento sindical organizado representa todas esas ideas, esto es inherente a su rol histórico ya que promueve los valores democráticos y la protección de los derechos de los ciudadanos.
Para que una democracia sea genuinamente inclusiva debe garantizar un acceso igualitario a la educación para todos los ciudadanos, independientemente de su origen socioeconómico o geográfico; debe promover el pensamiento crítico y reflexivo, ser capaz de interpelar y proponer.
El movimiento sindical sintetiza el sentir del pueblo, de su gente. Desde hace tiempo, sus cometidos trascienden lo reivindicativo, nada de lo humano le es ajeno, por lo cual tu participación es indispensable para seguir creciendo juntas y juntos, luchando todos los días para continuar transformando la realidad.
«La democracia y la educación democrática se fundan en la creencia del hombre, en la creencia de que ellas no sólo pueden sino que deben discutir sus problemas, el problema de su país, de su continente, del mundo; los problemas de su trabajo; los problemas de la propia democracia.» (Freire, 1976:92)1
- 11 FREIRE, Paulo (1976): La educación como práctica de la libertad. Madrid: Siglo XXI editores.