
Beatriz Rodríguez Rava
Maestra. Licenciada en Ciencias de la Educación (FHCE, UdelaR). Postgrado en Ciencias Sociales con mención en Constructivismo y Educación (FLACSO/UAM). Coordinadora del Equipo de Investigación e Innovación en Enseñanza de la Matemática de la revista QUEHACER EDUCATIVO.
El año 2020 será recordado mundialmente como el “año de la pandemia (de COVID-19)”. Año en el que todas las sociedades del planeta se debieron adaptar a una serie de cambios que incluyeron una variedad de medidas para enfrentar una gran crisis. La educación también debió hacerlo.
En nuestro país, primeramente se impuso la distancia física total entre los distintos actores de la educación: docentes por un lado, y niños y familias por otro. Luego fue una vuelta a una nueva presencialidad en los locales educativos. En la primera etapa, los distintos soportes tecnológicos fueron las vías que permitieron el intercambio entre la escuela y las familias. En la segunda etapa –“la vuelta”– se amalgaman las acciones presenciales con otras que mantienen el intercambio virtual.
En este marco de distanciamiento físico total y de regreso a una nueva presencialidad nos hemos visto obligados a pensar, entre otras cosas, en cuestiones esenciales relativas a la “enseñanza de...”, en nuestro caso, de la Matemática.
Muchos fueron los intercambios con colegas y el preguntarnos: ¿estamos enseñando?..., y si es así, ¿qué es lo que estamos manteniendo de la enseñanza que llevábamos adelante en “los tiempos normales”? Y si no es así..., ¿qué es lo que nos hace sentir que no es así?
También nos preguntábamos: ¿no será que queremos hacer lo mismo que hacíamos hasta ahora de manera presencial y no estamos pudiendo hacerlo? Parecería que entre las acciones que trajo aparejada la situación de emergencia, una fue la de empezar a pensar en profundidad en lo que estamos haciendo.
Otras interrogantes que se nos plantearon fueron: ¿nuestros alumnos están aprendiendo? ¿Qué saben hoy que no sabían en marzo?
Estas y otras preguntas han supuesto un rico intercambio entre colegas, que muchas veces nos dejaba más preguntas que respuestas.
En este sentido es bueno rescatar la posibilidad que se ha venido instalando de discutir cuestiones que están tan naturalizadas que parecería que no hay lugar para su revisión. Y como afirma López Fraquelli (2020:83)1: «La cotidianidad muchas veces nos conduce a la rutinización de nuestras prácticas y perdemos de vista los supuestos pedagógicos [y didácticos] que las sustentan, rompiendo el vínculo indispensable entre teoría y práctica, y por tanto vaciándolas de sentido».

En este número de la revista intentamos aportar elementos para generar nuevas discusiones en los colectivos docentes en torno al trabajo en Matemática, a través de cuatro artículos que centran la mirada en su enseñanza y su aprendizaje.
En el primer artículo, “Prácticas matemáticas en tiempos de pandemia”, pretendemos aportar elementos que permitan seguir pensando en los cambios que docentes, niños y familias han venido enfrentando al trabajar en Matemática. Se plantea una mirada desde otra perspectiva en la que el centro no son los contenidos matemáticos, sino competencias que se pretenden desarrollar en los alumnos y que son propias del hacer Matemática. Se analizan situaciones constitutivas de potentes prácticas de enseñanza y las actividades a las que se podrían enfrentan los alumnos escolares.
En el segundo artículo, “El papel de la práctica en el quehacer matemático escolar”, Cecilia Calvo Pesce centra su mirada en la práctica productiva. Analiza cómo este tipo de práctica permite incrementar los repertorios de cálculo aditivo y multiplicativo. Integra variados ejemplos que posibilitan alojar a una diversidad bien amplia de escolares.
El artículo “La enseñanza de los triángulos en tercer grado. Del espacio al plano a través de la secuenciación de contenidos”, de Ana Bos Pérez y María José Castro Carli, plantea aspectos esen- ciales a ser considerados en la enseñanza de la Geometría. Las autoras proponen enfrentar al niño a diversos tipos de actividades geométricas en las que la exploración, la clasificación y la represen- tación permiten vivenciar formas de hacer Geome- tría. Partir de problemas geométricos e instalar la exploración, la argumentación y la validación son algunas de ellas.
En el cuarto artículo, “Resultados de las evaluaciones estandarizadas. ¿Qué le aportan a la enseñanza de la Matemática?”, Andrea Rajchman presenta algunas actividades tomadas de Aristas en clase, que permiten reconocer procesos cognitivos que se ponen en juego en la resolución de cada una de ellas. La autora también analiza de qué manera se puede interpretar y capitalizar la información que deviene de la evaluación estandarizada, transformándola en potentes insumos para nuevas actividades de enseñanza.
1 LÓPEZ FRAQUELLI, Mercedes (2020): “Nuevos desafíos pedagógicos de la educación. Elementos para la reflexión ante la ‘nueva realidad’” en QUEHACER EDUCATIVO, Nº 160 (Junio), pp. 81-84. Montevideo: FUM-TEP.