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Diciembre del 2024
La mujer de las trenzas rubias

Mabel Moreno de Bosch

Mabel Moreno de Bosch

Rocha (1940- )

La mujer de las trenzas rubias

Es una historia que comienza en 1914 o 1915, según el Bonito (Bonifacio Calimare). El Bonito, Aquiles
Álvarez y esta mujer formaron una trilogía íntimamente unida. Para algunos fue mentira o fabulación. Pero, aunque sea ficción, vale por lo que representa.
Según el Bonito, iban por la playa cuando encontraron un paquete.

Ese bagayo que encontramos en la costa de la playa, con Aquiles Álvarez, allá por el año 14 o 15, y empecemos [sic] a desatarlo a desenvolverlo, era un paquete grande en el que venía la trenza de una dama y una foto en colores grande, amplia, entonces venía enroscada la trenza dentro de ella, bien rubia, me decía Aquiles: “esta debe ser la trenza de una inglesa porque las inglesas son rubias”. Seguimos buscando por la costa y buscando y empecemos [sic] a encontrar fotografías de la misma
persona, una muchacha joven, muy bonita, joven toda arreglada, después la encontramos en la fotografía muerta y en otra estaba asesinada, como si la hubieran asesinado. Después encontramos una sábana con las manos de ella todas marcadas sobre la sábana blanca. Se ve que eran de la misma niña porque tenía una foto y un escrito en un sobre grande, amplio y pesado. Nos asustamos nosotros, cuando vimos eso y empezamos a arrollar, a apilar y apilar todo porque venía un sobre grande y con aquello venía una vela larga así, envuelta en un escrito y otra trenza del mismo, sería de ella también de la misma joven y arrollamos todo y lo llevamos de arrastro y lo pusimos allá en la Punta del Diablo. Cosas de botijas, nos asustemos [sic] y allá tapemos [sic] con grey y piedras y estará eso todavía, es que nos dimos cuenta cuando íbamos a recorrer la costa y estaba todavía.
Con las grandes crecientes como la del año 1966, recorrí la costa y fui a ver si estaba y alcancé a ver la vela que todavía estaba abajo, muy abajo, por los cambios de los vientos... ¡y ahí quedó para siempre!

El Bonito contó una y mil veces esta narración, siempre exactamente igual, sin faltarle ni un punto ni una coma; incluso su hijo el Colla Roberto Calimares conoce el lugar donde su padre escondió el paquete hallado en la playa.
Al pasar el tiempo, poco a poco el Bonito comprobó que la visión de la muchacha se le había “entrado en la cabeza”, “la dama le aparecía y desaparecía en ese lugar y siempre caminando”. Era como si la imagen se hubiera corporizado. Entonces, “pensaba que podría ser algo que le mandaba Dios o sería una ilusión que saliera de su cabeza. Pero, a él le parecía que la veía ¡y la veía!”. Eso siguió por mucho tiempo, hasta que finalmente, ya muy anciano, se fue de la costa para no seguir viéndola y enloquecer
Una versión de este relato la proporciona el lobero Nicanor Rodríguez:

El Bonito encontró las trenzas rubias de una mujer y las enterró, pero él no comunicó nada de ese hallazgo. Pero, una noche, oyó muy clarito llorar a una mujer. Y ese llanto se aproximaba cada vez más y más a su rancho, entonces, se impresionó tanto y recordó el encuentro de las trenzas rubias, recogió todas sus cosas, cerró el rancho y se fue para su casa y desde ese día no se quedó más en la costa, venía de día, pero se iba temprano para su casa... Esta historia yo se la sentí contar al Bonito hasta que no volvió más.

Mabel Moreno de Bosch
Rocha (1940- )
En: Leyendas, supersticiones y creencias de Cabo Polonio