
Teresita Rey
Maestra
Andrés et al. (2003) formulan un planteo que desde nuestro punto de vista es muy interesante. A
continuación transcribiremos un texto de la Introducción del libro, en el que se plantean conceptos que tomamos como referencia.
«La evaluación (...) no pretende excluir ni superar otras formas de evaluar, sino que las complementa. En algún aspecto las pone en cuestión, porque aporta visiones que hasta ahora se habían excluido de la práctica evaluativa. Si el juego es la actividad más importante de los niños, ¿por qué no hay que incluir aspectos lúdicos en la evaluación?
Si reconocemos que los aspectos afectivos y sociales (la autoestima, la seguridad, la construcción común de los conocimientos...) son determinantes para la buena estructuración de la personalidad, ¿por qué se han de excluir de las evaluaciones?
Si con frecuencia nuestros niños y jóvenes manifiestan desasosiego ante la falta de sentido de
algunas cosas de las que hacen, ¿por qué no nos preocupamos de contemplar la evaluación como
una pieza clave en la búsqueda de sentido de lo que hacemos en las clases? Si hemos comprendido que sólo podremos enfrentarnos a los nuevos problemas y retos de la sociedad contemporánea con buenas dosis de creatividad, ¿por qué no convertimos la evaluación en un reto creativo?»
(Andrés et al., 2003:10)